Por Marta Lamas
El primer paisaje con que se encontraron los pioneros que se aventuraron a estas tierras fue el de la “pampa rasa”, conformada en su forma autóctona por pastizales secos durante largos períodos, algunos arbustos como espinillos y curros y unos pocos ejemplares de nuestro único representante arbóreo, el tala. Las primeras prácticas de plantación en esta zona, hoy urbana, la iniciaron los jesuitas a mediados del siglo XVIII con prácticas rudimentarias, dejando al retirarse algunos montes de durazneros y sauces.
Diseñado ya el primitivo poblado y designadas las autoridades comunales, se comenzó con la práctica de viveros en las plazas con el fin de ir probando qué especies podrían adaptarse a nuestro clima y así iniciar la forestación de calles y plazas, dando origen también a la pronta instalación de viveros particulares.
El arbolado urbano tuvo su primera Ordenanza en 1913, en la cual se daban indicaciones a los vecinos y se determinaron las especies a plantar en las veredas, que serían solamente tilos y plátanos.
Los terrenos de cuatro, ocho y dieciséis hectáreas con que se parcelaron los alrededores del incipiente pueblo, dieron origen a grandes quintas y residencias que a través de diversas plantaciones dejaron al ser divididas, al igual que las estancias vecinas, importante forestación que, en tantos casos aún se conservan, dando origen a los muchos Barrios Reservas Forestales con que cuenta nuestra ciudad y que aportan a enriquecer la calidad de vida urbana.
Reserva Casa sobre el Arroyo
Tanto en nuestra ciudad como en el resto del país, los barrios o espacios que poseen especies arbóreas cuya calidad y cantidad justifican su conservación para el bienestar de todos sus habitantes, así como para proveer oportunidades de investigación y de educación, han sido declarados Reservas Forestales. Mar del Plata cuenta con varios barrios desarrollados dentro de estos espacios de protección, cada uno con sus propias características históricas y de forestación.
Uno de ellos, dentro de la Reserva Forestal Casa sobre el Arroyo que cuenta con la respectiva declaratoria por Ordenanza Municipal N. o 13.410, se encuentra la denominada Manzana Navarro, perteneciente a la Universidad Nacional de Mar del Plata.
Estas importantes Reservas entre otras, son de vital importancia para Mar del Plata. Hay que tener presente que forman también parte del Corredor Verde que se desarrolla desde Av. Luro hasta la Av. Juan B. Justo, como extensión de la traza de las vías del ferrocarril. Todo ese conjunto es un enorme espacio verde en la ciudad, absolutamente necesario para la salud, tanto de las personas como del sistema biótico urbano.
Es de destacar que dentro de este Corredor Verde se hallan ubicados la mayor concentración de establecimientos educativos de todos los niveles. En este sitio y desde temprana edad, niños, docentes, investigadores y
futuros profesionales de gran parte de las diferentes disciplinas, adquieren su formación.
La Manzana Navarro
Dentro de las chacras de dieciséis hectáreas que fueran definidas por el agrimensor Charles de Chapeaurouge en 1874 por iniciativa de Patricio Peralta Ramos, se encontraba la delimitada por las actuales calles Matheu, San Juan, Rodríguez Peña y Dorrego, cuyo primer propietario fue el Ing. Emilio Mitre, fallecido en 1909, uno de los hijos del presidente Bartolomé Mitre.
Luego de procesos sucesorios, fue adquirida por Matilde de Anchorena, quien en 1915 y años siguientes comenzó con el trazado forestal del predio. Los principales actores en este proceso fueron el esposo de la propietaria, un jardinero belga llamado François Verstraeten y don Adolfo Primavesi, quien hizo su primer trabajo en Mar del Plata y tiempo después ejerció la función de director de Plazas y Paseos del municipio por más de veinte años. El trabajo
resultante fue denominado Parque Pereyra Iraola y se destacó por la inclusión de coníferas y robles europeos.
Este predio, entre 1942 y 1948 fue sucesivamente fraccionado mediante remate público y la hectárea denominada actualmente Manzana Navarro (Rodríguez Peña, Funes, Primera Junta, Olazábal) fue adquirida por don Guillermo Nagel quien hace construir en su centro geográfico el chalet en la entonces chacra llamada “La Escondida”. En 1964 es transferido el dominio del bien a don Martín Navarro, sucedido por su hijo Dr. Martín Navarro, quien fuera rector de la Universidad Nacional de Mar del Plata, institución que compra el predio en 1993 (Ordenanza
del Consejo Superior N.o 517/1.993). La Universidad toma la responsabilidad a futuro de la conservación del casco de La Escondida y su parque circundante, compromiso que mantuvo durante la construcción del edificio de la Biblioteca Central y del Comedor Universitario, anterior a la declaración como Reserva del Barrio.
Este mismo respeto por el ambiente natural lo vemos también antes de la construcción de la Casa sobre el Arroyo por parte de los arquitectos proyectistas Amancio Williams y Delfina Bunge de Williams, quienes realizaron un exhaustivo relevamiento y estudio del lugar; su objetivo fue el de no quitar árboles, sino respetar la foresta preexistente y dentro de ella, y en conjunción armónica con la misma, diseñar las obras a construir.
El predio de la Manzana Navarro cuenta con especies forestales de gran valor, tanto por los diversos servicios que brinda al ambiente y a los humanos, como por su contenido histórico cultural. Presenta agrupaciones arbóreas bien planificadas y destacables dentro de nuestra ciudad, como por ejemplo un conjunto de encinas (Quercus ilex), único en nuestra ciudad. Este, como otros aspectos de diseño forestal, magnifican el compromiso institucional para su
cuidado, resguardo y mantenimiento, a fin de conservar este legado patrimonial en el que conviven y convivirán actividades contemporáneas.
El alto valor forestal, biótico y paisajístico que distingue al lugar de otras sedes universitarias y dependencias que se encuentran en edificios céntricos, es apreciado por alumnos, docentes y visitantes que concurren al sitio; en el mismo se encuentran dentro de un espacio verde que ejerce una real influencia positiva sobre la salud, gracias a la acción relajante y armónica que favorece el ambiente natural.
El valor de un ecosistema natural con toda su biota en equilibrio y aún no impactado por el avance del cemento, es valorado en muchos países del mundo. Los componentes naturales en el paisaje, hoy en día se protegen a toda costa; y aún en los casos en que el suelo natural del lugar ya estuviera “pavimentado” y sus árboles cortados hace décadas, en los últimos años se han iniciado verdaderas cruzadas para revertir estos daños.
Los ejemplos abundan, y vale mencionar como ejemplos los de instituciones universitarias y gobiernos de ciudades en Bélgica, Francia y los Países Bajos, que están levantando sus senderos y plazas de cemento a
fin de recuperar sus entornos verdes originales.
La Comisión Manzana Navarro
Desde hace casi una década, alineada con el espíritu de respeto a los valores de nuestros sitios y paisajes naturales y culturales, la Comisión Manzana Navarro, con sede en la Biblioteca Central UNMDP, trabaja en la tutela y conservación de este parque histórico. Lo hace a través de la organización de múltiples actividades destacándose haber realizado hasta el presente, el aporte de ejemplares de algunas especies forestales a fin de ir conformando un conjunto de valor didáctico que permita a los alumnos, visitantes y especialistas, ya sea el estudio sistemático, como la contemplación y el relax en un ambiente arbóreo bien planificado y cuidado.
Las actividades de esta Comisión continúan en desarrollo. En los últimos años, se introdujeron tres ejemplares de tala (Celtis tala), nuestra nativa por excelencia, y se están agregando plantas arbustivas propias del mismo ambiente natural del tala, que han ido desapareciendo y es desconocido por la mayoría de nuestra población. También está en diseño un proyecto de plantación que represente, en pequeña escala en el lugar, algunas especies de árboles nativos
argentinos de las principales regiones del país. Ya fueron plantados diversos árboles frutales que rememoran aquellos cultivados por los pioneros en esta región, y se irán integrando sectores con otros temas de interés, algunos de los cuales desbordarán desde el predio para extenderse a las veredas en un paisaje integrado, para ser estudiado y apreciado desde diversos focos de interés.
La Comisión está integrada y asesorada por profesionales de diversas áreas, y recibe acompañamiento en la gestión institucional y técnica de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a través de la Biblioteca Central, las secretarías Académica, de Obras y de Comunicación y Relaciones Públicas; del CONICET, a través del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), área del Herbario institucional y desde la Municipalidad local, el
EMSUR, en sus áreas correspondientes, como asimismo, la Comunidad Multicultural Kaiu Antu.
Integrantes de la Comisión y coautores del texto: Marta Lamas, Graciela Di Iorio, Herman Clinckspoor, Oscar Fernández, Patricia De Vreese, Patricia A. Suárez, Norma Conde, Ana Massone, Jorgelina Sanjurjo, Gabriel Oliver, Claudia Elinger.